América latina

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Arquitectura, simbolismo e identidad cultural en América Latina

sábado, 4 de abril de 2015

Costa Rica: Época Colonial



La arquitectura de Costa Rica se desarrolla a partir de la época colonial con una mezcla de influencia española e indígena.
Después de la llegada de Colón en 1502, muchas de las primeras construcciones fueron de estilo español, y no fue sino hasta el siglo XVI que la arquitectura colonial comenzó a prosperar. 
Costa Rica tiene un legado de 100 años promoviendo la arquitectura institucional que giró alrededor de sus propias raíces culturales. Los edificios religiosos, gubernamentales y educativos son sitios de interés.
La diversificación de la arquitectura en Costa Rica se extiende desde la influencia europea hasta su propio patrimonio español.
Hay siete estructuras metálicas importadas de Bélgica. Los “Arts Beaux” neoclásicos, la influencia Bisantina y el actual neoarabe son apenas uno de los muchos temas arquitectónicos que abrazan este  país.


La arquitectura eclesiástica de los siglos XVI y XVII era sencilla y estaba representada por pocos templos. En un principio la estructura de los templos era de madera y paja. Después era de paredes de adobe y techo de teja y de una sola nave. Un sencillo campanario albergaba las campanas. El templo de Ujarrás en ese momento fue construido con paredes de calicanto, tres naves, presbiterio con sacristía, oficina para el doctrinero y claustro adyacente.


En el pueblo de Orosi los padres franciscanos reconstruyeron el templo doctrinal (el cual se conserva hoy en día) siguiendo la tradición colonial: de adobe, con una sola nave levantada sobre horcones de guachipelín, artesonado sencillo de corte mudéjar, capilla lateral, claustro y hermosos aunque humildes altares barrocos. La fachada principal, de mampostería, presenta la sencillez de los templos coloniales costarricenses.


Las casas de habitación de los vecinos principales constaban de un solar de un cuarto de manzana. Eran edificadas haciendo esquina, con sus horcones de cedro y corredores de caedizo, patio enclaustrado, cuadras de ordeño, tiendas y trastiendas, cocina ubicada lejos del cuerpo principal de la casa, otras dependencias y portón de entrada para carretas y animales. Estas estructuras habitacionales contrastaban fuertemente con los ranchos de paja de los vecinos del común.

En el último período colonial (a partir de 1780), el estilo arquitectónico predominante fue el neoclásico, aunque claramente mezclado con los materiales y técnicas de herencia local.
La administración española de la provincia de Costa Rica no se preocupó por construir grandes edificios, ni públicos ni de otra índole.

Posterior a la época colonial, le siguió un período republicano de 1848 a 1920, el cual si consolida más la arquitectura costarricense.  Las actividades de exportación e importación permitieron el intercambio de tendencias europeas y suramericanas en las tradiciones de construcción costarricense. El XIX fue un siglo de urbanismo, la visión de mundo de las élites liberales dirigentes comulgaba con cánones arquitectónicos que habían adoptado en Francia, Inglaterra, Bélgica e Italia.
Edificios que cabe mencionar es el Palacio Nacional, construido entre 1851 y 1856 por Francisco Kurtze. En su propuesta neoclásica, el palacio pretendía representar un Estado fuerte y centralizado como símbolo de la naciente República.

El Estado desarrolló una serie de «tipologías» arquitectónicas: cuarteles, cárceles, hospitales e instituciones de beneficencia y colegios de educación secundaria.
Todavía se conservan varios edificios representativos de las obras: el Hospital San Juan de Dios de San José, iniciado en 1852 y rehabilitado en la década de 1880.

Las edificaciones culturales comenzaron a emerger con el cultivo del café que cimentó la vía a estructuras grandiosas tales como el Teatro Nacional en San Jose, finalizado en 1897.  El Monumento Nacional y el Teatro Nacional (inaugurado en 1897) se suscriben dentro de cierto eclecticismo imperante.




A finales de siglo XIX se introduce al país el estilo victoriano (característico de la época de la reina Victoria en Inglaterra), para la construcción de viviendas de la burguesía cafetalera y de algunas escuelas y edificios, muy visibles en el Barrio Amón de San José.







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